El fin de cada año está inundado de cambios que queremos empezar el próximo y el deporte no falla, siempre está en esa lista. No ayuda en absoluto considerar el ejercicio un simple propósito, porque el deporte es algo más: es un hábito. No, no de esos que bastan 21 días para adquirir (¿existen a caso?), es un hábito que requiere repetición, curiosidad y mantenimiento.
El deporte se basa en la mezcla de rutinas de repetición: una serie de días acudes a la misma hora al mismo lugar y te reúnes con las mismas personas para realizar una misma acción. Es, también, un hábito porque la curiosidad y la motivación son claves para su consecución, ya que cuando algo despierta nuestra curiosidad nos resulta más fácil aprenderlo y seguir realizándolo. Hablamos de una motivación más allá de los objetivos físicos, mentales o de cuidado de la salud, hablamos de la motivación que supone acudir a una nueva actividad dirigida o probar un circuito de ejercicios que nos ha recomendado el profesional del Centro.
Te damos cuatro razones para dejar de pensar en el deporte como un propósito y verlo como lo que es: un hábito beneficioso para nuestra salud.
Sin frustración y con flexibilidad
Los propósitos tienen una caducidad, se establecen a finales de año y nadie quiere saber de ellos a finales de enero. No pasa lo mismo con los hábitos, estos son una serie de prácticas beneficiosas, flexibles y que se mantienen siempre. Eliminando la frustración que supone no poder haber hecho el primer mes del año todo el ejercicio que queríamos nos dirige a volver al deporte de una forma más sana.
Conectado con nuestro estilo de vida
Los propósitos están delimitados, se quedan en “ir al gimnasio” o “tener más o menos [inserte aquí el deseo de la mitad de la población]” sin conectarlos con otros aspectos de nuestro estilo de vida como la alimentación, el sedentarismo o el estrés, por ejemplo. Introducir hábitos como la práctica de ejercicio a diario obtiene un espectro más amplio relacionándolo con otros aspectos clave de nuestra vida.
Parar y retomar, como cualquier cosa en la vida
Con el enfoque que damos a los propósitos, si una semana fallamos, tendemos a olvidarnos de ello hasta el diciembre que viene. Los hábitos se entienden como una inversión a largo plazo, puede que durante una época no podamos realizarlos pero no expiran, continuaremos con él cuando nos sea posible y volveremos a introducir sus beneficios en nuestro día a día.
Impacto mayor y mejor
Los propósitos tienen una extensión limitada, acaban cuando llegamos a nuestra meta. Los hábitos, que también incluyen objetivos medibles, tienen un amplio impacto porque toman una perspectiva más extensa: cuidar de la salud a través de practicar ejercicio 5 días a la semana, indistintamente del objetivo o la meta pone el punto en cuidar la salud.
Eso sí, establecer hábitos trae consigo un esfuerzo inevitable: cultivarlos y mantenerlos. Los buenos hábitos se tienen que cuidar.